Los voceros e ideólogos de la derecha más radical,
se definen hoy como "liberales". Son quienes promueven en sus numerosos espacios que les ofrecen los medios "las reformas estructurales que el país necesita",
mismas que representan el desmantelamiento de los derechos laborales duramente
conquistados por las mayorías.
Por
eso los autollamados "liberales" son minoría. Como son minoría los acaudalados en un país de emigrantes. Los pueblos son
conservadores. Lo son porque saben por experiencia que las "reformas
estructurales" impuestas por las oligarquías siempre tienen como blanco
los derechos tradicionales. El régimen porfiriano emprendió unas "reformas
estructurales" que despojaron de sus tierras a los colonos de los presidios
en Chihuahua. Por eso los colonos y sus hijos se fueron a la lucha armada. Esta
historia puede leerse en La
División del Norte, de Pedro Salmerón y en Pancho Villa, de Katz.
A
los autollamados "liberales", se les conoce popularmente como neoliberales, pero como
ese término suena a Salinas de Gortari, a Zedillo y a Carlos Menem, por lo que prefieren
recurrir a la retórica y llamarse "liberales". Lo que en México suena bonito. Suena a Benito
Juárez y a Melchor Ocampo.
Las
elecciones en México están programadas para que no se ponga en riesgo la
continuidad de las políticas neoliberales. La alternancia tiene la finalidad de
relevar a una administración desgastada por la imposición de las políticas
neoliberales; la nueva administración mantiene la misma política, hasta que
crece tanto el descontento social que se impone una nueva alternancia para que el
neoliberalismo siga adelante. Cualquier propuesta que se aleje de esta alternancia bipartidista sufre el veto del verdadero poder. Los partidos políticos son meros operadores de los grupos económicos. ¿Es eso la democracia? No, es una simulación
costosísima, pero muy redituable para sus negociantes: para los medios que venden espacio, para las encuestadoras que inventan preferencias para la propaganda, para los partidos, para los candidatos... Para los votantes que, por pobreza, ignorancia o lo que sea, venden su voto, hay unos pesos, unas láminas, unas despensas.