La trama de la vieja película mexicana Borrasca en las almas, de Ismael Rodríguez se desarrollaba en la fábrica DM Nacional. Uno de los personajes era el obrero Bartolomé (Carlos Orellana), quien poco a poco descubría las buenas condiciones de trabajo: viviendas modernas, escuelas, campo deportivo, gimnasio, comedor, tienda de consumo, jardines. Se trataba de una pequeña comunidad que garantizaba una vida muy satisfactoria; lo mismo sucedía en otras empresas del periodo 1950-1970, como la fábrica Van Beuren.
La vieja cinta, inocente en su época, hoy encierra una denuncia social respecto a cómo se han deteriorado las condiciones laborales a raíz de la imposición del neoliberalismo, que sobre todo, sabe producir crisis. Los voceros neoliberales de los medios informativos hoy se dedican a justificar a sus patrocinadores: la gran crisis actual se debe, afirman estas lumbreras, a que el capitalismo neoliberal no es lo suficientemente salvaje: "Hay que liberalizar más la economía, eliminar toda regla y restricción". Piden "una economía más libre", que no es sino darwinismo social, una explotación feroz de la mano de obra. A cambio de sus servicios, estos voceros salen en la televisión, y eso, para su monumental vanidad, es como habitar en el Paraíso.
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