Toda causa noble alienta a los idealistas, gente dispuesta a empeñar su tiempo y sus fuerzas para que el mundo en que vivimos sea menos injusto, más solidario. Sin embargo, también toda causa legítima atrae a una plétora de oportunistas y falsos profetas. Así ha sucedido desde tiempos antiquísimos.
Así ocurre con la causa de la mujer: no solamente los políticos se aprovechan de ella, también numerosas organizaciones "no gubernamentales" que en la práctica reciben subsidios y privilegios por parte de los gobiernos y de las fundaciones privadas.
Las críticas del feminismo oficial y de las ONG subsidiadas, advierten que la ideología de género es un instrumento para fomentar la división y el encono entre mujeres y varones. Se basa en la premisa de que nunca podrá existir una relación armoniosa entre varones y mujeres, por lo que se debe combatir la heterosexualidad y en su lugar, impulsar las "relaciones igualitarias", es decir, homosexuales. Esto puede leerse en los libros y sitios de las organizaciones especializadas en "estudios de género". Su utopía es un mundo donde reine la "diversidad sexual". Su coartada es "la lucha por la equidad".
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